jueves, 3 de diciembre de 2015

En la cima de la montaña...

A veces pasa, ¿no?. Te encuentras en lo alto de una gran montaña, tras subir una ladera y de repente retrocedes para atrás. Demasiado para tu gusto. Pero ves que es difícil volver a ser la misma persona tras un golpe. Es una realidad que los golpes cambian a las personas.
No soy la misma que hace un año, ni la misma que antes de verano. Y las cosas que tenía antes tampoco pueden ser las mismas, porque no se ajustarían a la realidad en la que vivo. Una realidad que muchas veces es mejor esconder. Intentar focalizar la atención en otras cosas para que los problemas parezcan menos problemas. Centrarse en los estudios, en el trabajo y olvidarme de todo lo que pasé. Pero las consecuencias no se van de un día para otro para no volver. No creo que pueda despegarme de ellas nunca. Antes dormía de un tirón, ahora me cuesta dormir más de cuatro horas seguidas. Antes comía como una gocha, ahora me cuesta meterme cualquier cosa al estómago, por mínima que sea. Antes no pensaba, solo sentía. Ahora mi cabeza juega a su bola. Antes pesaba más de cincuenta kilos, ahora no llego casi a los cuarenta y ocho. Antes callaba, ahora saco todo mi genio a relucir y no me callo ninguna de las cosas que pienso. Le guste a quien le guste. Parece que poco a poco voy madurando... O no. ¡Quién sabe!
¿Veis? No soy la misma, por lo tanto no puedo tener las mismas cosas que tenía antes. Ni las quiero. No soy la misma Noemí de hace un año. Acostumbraros al cambio. Solamente os pido el tiempo necesario para volver a dar los pasitos necesarios par volver a estar en lo alto de la montaña. Y respeto. El mismo respeto que yo os doy.