martes, 22 de septiembre de 2015

"Gente que está enferma de imbecilidad"

(He de reconocer que antes de escribir esta entrada he tenido que tranquilizarme, porque sino ponía nombre, apellidos y DNIs y no era plan. Aún así he visto necesario el hecho de desahogarme.)


Hay un mundo extraño, raro, singular. Gira continuamente, da mil vueltas, no puede parar. Un mundo complejo, que esconde sus secretos.

Somos mucha gente, gente diferente. Somos muchos, somos gente, tanta gente, gente diferente. Mucha gente.

No entiendo a las personas en general. Somos un complejo circuito de neuronas, sangre, hormonas y testosterona (dependiendo del sexo). No me entiendo a mi misma, como para conseguir entender al resto.

Voy a ser sincera, clara y directa, porque lo necesito y porque se que si no lo hago voy a pasar de mal humor el resto de semana (y mis hormonas no podrán con ello). NO SOY UNA CRÍA, NI UNA NIÑA, NI MOCOSA, MALCRIADA, EGOISTA o cualquier otro apelativo que se os pueda ocurrir en referencia a los niños de 0 a 6 años. Tengo 21 años, lo marca el DNI y el médico que atendió a mi madre en el momento del parto. Mi padre constata esa información y mis hermanos que llevan 21 años aguantandome. Por lo tanto me repatea el hecho de que me llamen infantil o niña pequeña porque maduré antes de tiempo, así que si no tenéis ni idea, cerrad la bocaza.

Se que no caigo bien a todo el mundo, ni a mi me cae bien todo el mundo (¡faltaría más!), pero no por ello me dedico a poner a parir a todo aquel que me cae mal, es más cómodo mostrar indiferencia. Por lo tanto pido que hacía mi persona se haga lo mismo. Si te caigo mal es tan simple como conseguir que yo no exista. Mucho no os puede costar, salvo que vuestro odio llegue a niveles insospechados, entonces lo siento, de momento me quedan pila de años en el mundo, y no voy a desaparecer porque a uno de cada diez le caiga mal.

A estas alturas de mi vida tengo que dar las gracias a la educación recibida por mis padres. Porque de no ser así yo ya habría ido a pegar a más de uno y hubiera sido capaz de montar el pollo por la calle (no os niego que ganas de gritar a alguien tengo, pero ya llamaré a mi madre para ello).

Y si, esta entrada tengo que dedicartela a ti, el maduro de turno. Si se supone que no nos hablamos, que he tenido la educación de verte en el mismo sitio, de estar juntos y no matarte por todas las humillaciones que he recibido... Haz tu lo mismo, muestra que de verdad tienes la edad que dice tu DNI (y no solo es física) y muestra que te importo lo mismo que una bolsa de basura y DÉJAME EN PAZ. Deja de ponerme a parir por tuiter que yo no lo leo, pero mi familia si y a ellos les jode más que a mi.

Por lo tanto he llegado a la conclusión de que hay demasiada gente enferma de imbecilidad.

Buena suerte a todos, porque esto no tiene cura. VA A PEOR.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Cuando lo difícil se hace interesante

Él tiene los ojos verdes, los de ella son color chocolate. Él fuma, ella no. Ella es una cotorra, a él hay que sacarle las palabras con un aspirador. Ella no para quieta, él es más tranquilo. Él quiere una relación seria, ella no sabe en que momento de su vida está. Ella está completamente enamorada de Pablo Alborán, él lo odia completamente. Él es un friolero, ella siempre va con los pies fríos. Él piensa demasiado, ella vive sin pensar en las consecuencias. Él tiene el corazón dañado, ella lleno de tiritas. Ella sabe cambiar el chip, no pensar en el pasado, a él su pasado le está consumiendo poco a poco. Ella está dispuesta a levantarle, y no volver a dejar que caiga. Él va con calma, ella es todo impulsos. A ella le encanta discutir, él tiene su carácter escondido. Ella se ríe por todo, él antes era un bromista, ahora no se sabe donde lo tiene escondido.

Aparentemente son polos opuestos, el ying y el yang, el aceite y el agua, el norte y el sur. Pero a ambos les une lo mismo. Tienen diferentes maneras de tomarse las cosas, ella se ríe de los errores, no quiere mostrar que es débil, que aún le duele y que va poco a poco levantando la cabeza. Él se deja llevar, las ojeras inundan esos ojos verdes preciosos, no descansa, piensa demasiado y le cuesta disfrutar. Pero sabe que ella es diferente, que está cómodo con ella, sabe que le puede contar cualquier cosa que nunca le reprochará nada. Y sobre todo se entienden el uno al otro.

Poco a poco, él va dando pasos agigantados, poco a poco bromea, sonríe y deja de pensar en la chica que de la noche a la mañana le dejó y le rompió el corazón en mil trocitos que ahora cuesta pegar.

Porque si, es muy difícil que en menos de quince días se consiga algo sólido de esta situación, porque son muy diferentes, pero precisamente eso es lo que lo hace interesante.