lunes, 21 de septiembre de 2015

Cuando lo difícil se hace interesante

Él tiene los ojos verdes, los de ella son color chocolate. Él fuma, ella no. Ella es una cotorra, a él hay que sacarle las palabras con un aspirador. Ella no para quieta, él es más tranquilo. Él quiere una relación seria, ella no sabe en que momento de su vida está. Ella está completamente enamorada de Pablo Alborán, él lo odia completamente. Él es un friolero, ella siempre va con los pies fríos. Él piensa demasiado, ella vive sin pensar en las consecuencias. Él tiene el corazón dañado, ella lleno de tiritas. Ella sabe cambiar el chip, no pensar en el pasado, a él su pasado le está consumiendo poco a poco. Ella está dispuesta a levantarle, y no volver a dejar que caiga. Él va con calma, ella es todo impulsos. A ella le encanta discutir, él tiene su carácter escondido. Ella se ríe por todo, él antes era un bromista, ahora no se sabe donde lo tiene escondido.

Aparentemente son polos opuestos, el ying y el yang, el aceite y el agua, el norte y el sur. Pero a ambos les une lo mismo. Tienen diferentes maneras de tomarse las cosas, ella se ríe de los errores, no quiere mostrar que es débil, que aún le duele y que va poco a poco levantando la cabeza. Él se deja llevar, las ojeras inundan esos ojos verdes preciosos, no descansa, piensa demasiado y le cuesta disfrutar. Pero sabe que ella es diferente, que está cómodo con ella, sabe que le puede contar cualquier cosa que nunca le reprochará nada. Y sobre todo se entienden el uno al otro.

Poco a poco, él va dando pasos agigantados, poco a poco bromea, sonríe y deja de pensar en la chica que de la noche a la mañana le dejó y le rompió el corazón en mil trocitos que ahora cuesta pegar.

Porque si, es muy difícil que en menos de quince días se consiga algo sólido de esta situación, porque son muy diferentes, pero precisamente eso es lo que lo hace interesante.

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