viernes, 10 de julio de 2015

La vida se basa en eso, adaptaciones.

No todos somos iguales. No a todos nos gustan las mismas cosas. Pero tenemos que adaptarnos. La vida al final se basa en eso ¿no?. Un continuo ir y venir de adaptaciones. Somos como bebés en constante periodo de adaptación. Unas veces mejor y otras peor. Pero adaptación al fin y al cabo. Te adaptas a un colegio nuevo, a tener un hermanito, a tus padres, a una nueva casa, a un nuevo instituto, a estudiar, a la universidad, a aquella persona que crees que será el amor de tu vida, y resulta que simplemente ha sido eso, otra adaptación. Te adaptas a unos compañeros de piso, a otros, a grupos de trabajo, a grupos de amigos, te adaptas a una nueva ciudad...

Algunas cosas a las que te adaptas vienen a tu vida para quedarse para siempre, por mucho que lo intentemos no podemos hacer que nuestros hermanos desaparezcan o coger una rabieta porque no nos gusta que nos pongan exámenes.

Pero otras muchas veces no consigues adaptarte a algo, o simplemente te adaptas pero se termina escapando de entre las manos. Y te sientes mal, evidentemente. Y sientes que has perdido el tiempo. Que nada tiene sentido. Te entran ganas de llorar, de coger una rabieta como los niños pequeños y acogerte a los brazos de tu madre para que te solucione las cosas. Caminas cabizbajo unos días, semanas, meses o incluso años. Porque, lamentablemente, también hay que adaptarse a las decepciones. Y te tienes que adaptar a escuchar ciertas canciones sin que te traigan recuerdos (E aquí una de las que a mi más me cuesta escuchar y al mismo tiempo mi preferida... Mi "Pasos de Cero", mi Alborán), evitas pasar por determinados sitios, mirar ciertas fotos, leer cosas que quizá deberías haber quemado para que la adaptación fuera más rápida y menos dolorosa. ¿Con que fin? Si lo único que tienes que hacer es adaptarte a otra nueva situación. Y así constantemente.

Porque la vida, aunque duela, es eso, un sin fin de adaptaciones.

domingo, 5 de julio de 2015

¿Realmente vale la pena querer olvidar todo?

Cuántas veces hemos deseado borrar un día, un instante, un momento, hasta un año de nuestras vidas. Borrarlo todo y vaciar nuestra memoria. Cuantas veces deseamos volver a ser niños, vivir todo de nuevo, recuperar lo que fue o dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar, Algunos simplemente no esperan nada del tiempo. Da lo mismo regresar o avanzar, simplemente renuncian a que el tiempo continúe su pasa y se marchan con lágrimas y un largo adiós. Si deseáramos en algún momento perder completamente la memoria y plegarnos a la frase "comenzar de nuevo"... ¿Cuántas cosas nos perderíamos? Serian como aquellas cosas que se extravían accidentalmente en una mudanza y luego se extrañan .Perderíamos el calor del primer beso y la sesión de aquel amanecer que fue perfecto. La nostalgia por amores pasados y la inocencia con la que nos entregamos a lo desconocido esa primera vez. Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas que nos hicieron llorar, la primera o última vez que vimos a un gran amor, los brazos más cálidos, el día que pensamos que se iba a caer el mundo, el dolor más hermoso, el nacimiento del sentimiento más puro. ¿Comenzamos una vida nueva o matamos otra llena de recuerdos? Dejamos una vida y un presente que nos da infinitas oportunidades para soñar con un futuro perfecto que no existe o un pedazo de cielo donde sabemos que nos espera. ¿Realmente vale la pena querer olvidar todo?

sábado, 4 de julio de 2015

Vamos a aclarar unas cositas antes de continuar...

He tenido varios malentendidos por culpa de algunas entradas de este blog y más vale aclararlo antes de matar a alguien (que luego me meten en la cárcel por asesinato premeditado). Vayamos con una serie de premisas:

1º Este blog es público, nadie está obligado a leerlo (yo no os pongo una pistola en la cabeza), nadie está obligado a comentar (aunque se agradecen con creces los comentarios).

2º Las entradas de este blog nada tienen que ver con mi vida (salvo las dedicadas a mis abuelos o mi madrina, esas si son en su totalidad realidad). El resto son cosas que se me pasan por la cabeza, inspiraciones cuando se me cruzan las neuronas y me entra la inspiración para escribir.

3º Como no os obligo a leerlo soy libre de escribir lo que me de la gana (con la ley mordaza no estoy del todo segura, pero al ser FICCIÓN no me meto con nadie).

4º Quienes leeis mi blog, salvo que me conozcais o vivais conmigo (PAPÁ, MAMÁ, MARÍA, YERAY, ZAIRA, PUCHI, SI VAIS A LEER ESTO OS QUIERO MUCHO, jeje), no me conoceis de nada, no sabeis si tengo novio, novia o me da por tirarme a mi perro o a cincuenta a la vez. Así que me mantengo en el anonimato aunque sepais mi nombre, que ya es algo.

5º Quien se pica ajos come. Esto quiere decir que si cuando escribo nadie se molesta es que no he escrito absolutamente nada.

Hasta aquí las aclaraciones, ahora ya puedo seguir siendo feliz continuando con una de mis muchas pasiones, escribir.

Si esa persona te duele, olvídala, pero quédate con el porque hoy quieres borrarla de tu mente. De lo contrario, corres el riesgo de volver atrás

Dicen que la distancia hace el olvido, que la mejor medicina es el tiempo, que todo llega, cambia y pasa. Sin embargo hay personas que marcan un antes y un después, y aunque nos resistamos, viven con nosotros día a día; en una canción, en un aroma que nos lleva a ese lugar o en una simple expresión que oímos de rebote y nos sumerge en una charla con él, con ella.

Nos empeñamos en borrar de nuestra memoria a aquellas personas por las que hemos sentido y se han ido, deseosos de olvidar miradas, sonrisas, palabras y sobre todo, momentos. Es tan corto el amor y tan largo el olvido... eso dicen, quizças sea porque, sencillamente, no debemos olvidar, sino aprender a vivir con el recuerdo, porque sin él, dejamos de ser.

Estamos hechos de experiencias del pasado, somos lo que somos gracias a todas esas personas, las que se han ido y las que siguen aquí. Las que nos han hecho más fuertes, y otras veces, más vulnerables, con las que hemos conocido la desconfianza, el riesgo, la inocencia y el miedo, la ilusión y la decepción, personas que nos han permitido conocernos un poco más.

Y la clave está en saber elegir qué olvidar. Si esa persona te duele, olvídala, pero quédate con el porque hoy quieres borrarla de tu mente. De lo contrario, corres el riesgo de volver atrás. La realidad es solo una, pero es más fácil aceptarla si te apoyas en hechos del pasado, si tienes presente lo que fue, para entender por qué hoy no es. Borra su cara, sus caricias, sus besos, sus enfados, sus sorpresas, pero no borres lo que te hicieron sentir, no olvides que una caricia suya te consoló cuando más lo necesitabas, ni tampoco olvides que un enfado suyo te hizo llorar aquella noche entera. Recordando esto no quiere decir que tengas un motivo para volver atrás. Simplemente: No olvides lo bueno para vivir en paz y no olvides lo malo para sonreír porque ya no está.