miércoles, 21 de octubre de 2015

Madurez.

No creo en la ley general de "las mujeres maduran antes que los hombres", ni el adjetivo calificativo "inmaduro", "maduro". Considero que la madurez depende de la situación, de los ojos que juzguen, del corazón que sienta y de la cabeza que piense. Tampoco me creo que por ser mayor de 25 eres más maduro que una persona de 20... Y a las pruebas me remito.
Yo, a estas alturas, ya no se si soy una inmadura a mi edad, muy madura para mi edad o madura acorde a mi edad. ¿Quién tiene los parámetros exactos para saberlo?
No es maduro aquel que se muestra más prepotente, sino aquel que afronta las cosas como vienen, sin hundir al resto.
No me considero ni la persona más madura del mundo, ni la cría más infantil. Voy por fases. Depende de la situación, del momento, del lugar, puedo ser una persona madura o la mayor de las crías. No tengo prisa por cambiar esta montaña rusa. Me gusta como me encuentro. También depende un poco de lo que me interese. Si. Depende del momento puede interesarme parecer una cría frágil, mimosa y sentimental (cada vez me va apeteciendo menos parecer eso) y otras puedo parecer una adulta de los pies a la cabeza.
La dificultad viene cuando al resto del mundo no le agrada mi forma de ser. O mi forma de afrontar la madurez, No tengo prisa por crecer y convertirme en alguien viejo, serio y amargado. Dejadme disfrutar un poquito más de mi juventud, por favor. Dejadme caer. Cometer errores. Pensar en blanco y al día siguiente cambiar al negro. Dejadme disfrutar de cada momento que la vida me regala. Dejarme ser quien quiero ser. Estar con quien quiero estar. Disfrutar de los pequeños detalles con quien me de la gana. Dejadme disfrutar de ellos en soledad también. Pero sobre todo no me pidáis que crezca. No me pidáis que crezca porque os conviene. Crecer es demostrarse a uno mismo que se han superado obstáculos, barreras. Crecer es tener claro tu futuro (eso lo tengo más que claro). Crecer es asentar la cabeza. A mi de momento me gusta ser esta cabeza loca que lo primero por lo que mira es por su felicidad y ya si eso se preocupa por la del resto. Porque una vez alguien me dijo "Lo primero eres tú y lo que tú sientes y ya luego vendrán los demás." Y eso no es ser egoista, es crecer. Crecer es dejar de intentar satisfacer al otro y preocuparse por lo que uno siente en el momento. Dejar de joderte a ti mismo porque los demás se encuentran mejor si haces esto o haces lo otro. En la vida no hay que satisfacer a la sociedad, sino a uno mismo. Muchas veces creemos que quien nos ayuda es para nuestro bien, pero no, muchas veces incluso quien supuestamente intenta ayudarte, mira para su propio ombligo. Pero señores, eso no es egoismo... Me enseñaron que para disfrutar de la vida había que ser feliz y dejar a un lado las opiniones de los demás. Porque cuando alguien te quiere cambiar para su propio beneficio, ese alguien no te conviene, y de nada vale engañarse a uno mismo. A veces hay que dejar de ser un poquito altruista para ser feliz. Darse todas las ostias del mundo, de manera autónoma, contra todas las piedras del planeta para aprender. Unos lo llaman inmadurez. Yo lo llamo vivir. Y quienes permanecen a tu lado en tu forma de ver la vida. ¡Esos! Son los que valen la pena.

lunes, 19 de octubre de 2015

Esta es mi oferta.

Te ofrezco que te quedes conmigo, en casa, tirados en pijama y mesa de camilla para el tiempo que en breve viene. Ver la tele, dormir o hablar, arreglando el mundo a nuestro ritmo como excusa para terminar con un cónclave de besos. Te ofrezco olor a café recién hecho los domingo por la mañana, o si quieres, firmamos una cláusula y olerá así todos los días de tu vida. Te propongo abrir las ventanas cuando llueva, para cuando entre la humedad disfrutes del olor a tierra mojada. O no, mejor aún, salimos a la terraza y nos mojamos de esa lluvia, que lo de "Carpe Diem" ha quedad más como una frase para un tatuaje y poca gente lo lleva a cabo. Te ofrezco noches de compás, de baile, de impaciencia al esperar un taxi, y disfrutar de una hamburguesa mientras llega. Te ofrezco mi camisa del día anterior para que desayunes con ella sin nada debajo, con un moño recogido y el rimel corrido. Prometo pequeños grandes detalles. Llevarte agua helada a la cama por la mañana cuando nos despertemos con resaca, tardes de "gordo", comiendo paquetitos de patatas, doritos, chocolate y demás grasas saturadas. Te ofrezco leerte en braille, sonrisas por palés, algún que otro mal rato sabiendo que lo que viene después va a ser como volver a conocer tu geometría una y otra vez. Te prometo besos, pero no besos cualquier, no como los que se dan las parejas por costumbre al verse que es como un piquito sin ganas. Yo te ofrezco tempo, temple y nervio en cada uno de los que te de. Te doy la posibilidad también de un poder que pocos tienen y que envidio de parejas que conozco, el mirarse y saber exactamente lo que pasa por tu cabeza en ese momento, para bien o para mal. Porque en los tiempos que nos han tocado vivir ya no se respetan las miradas y las que hay, escasean. Te ofrezco ponerte el mundo cuesta abajo, para que todo te venga rodado, cien primaveras, cien veranos, cien otoños y cien inviernos. Y los que no nos den tiempo de vivir nos los vamos imaginando por el camino. Así que tú preocupate de sonreir, que de provocarte las sonrisas ya me encargo yo.

Francisco Bonilla Lozano

Maestra.

Estoy cansada de escuchar la frase "Tu Ciclo Formativo es fácil", "el grado en maestro de educación infantil está tirado" y de ver cómo hay compañeras que están en la carrera porque en otra no les cogieron y eso era lo más sencillo. Ser Educador Infantil no es fácil y ser Maestro de Infantil, tampoco. Marcamos un antes y un después en la educación de los que, en un futuro, serán ciudadano de a pie. No solo nos encargamos de cambiar pañales, darles de comer o "aguantarles" como he oído tantas y tantas veces. Tenemos en nuestra mano el poder de cambiar a la sociedad. Transmitir una base de valores, unas rutinas, una manera de actuar y de ver la vida. Tenemos el poder de modelar y moldear a los futuros jóvenes y adultos.. Muchos se creen que se cobra una millonada, y sí, lo cobramos en sentirnos realizadas como personas. Que queremos ser maestros por las vacaciones. Y en realidad, detrás de tanto materialismo, se encuentra la satisfacción personal de encontrarte por la calle un niño de la Escuela Infantil o del colegio y que te reconozca, que se pare a saludarle o escucharle decir "Mira, esa es mi profe". Es ahí cuando sabes que has hecho algo grande, algo muy grande. Porque cogemos a la parte más indefensa de la sociedad, la más dependiente, para hacerla fuerte, muy fuerte.

viernes, 9 de octubre de 2015

October.

Sabía que este momento iba a llegar. Tarde o temprano. Por desgracia no tenemos la capacidad de saltarnos meses del año y no vivir dentro de los mismo. Ojalá pudiéramos. Y aquí me encuentro, con la taza que me arriesgué a regalarte. Recordando el momento en el que nos conocimos. Ese nueve de octubre de hace un año empezamos a hablar, que te preocuparas porque llegara sana y salva a Benavente. Al principio es todo tan fogoso...
Luego vino ese quince de octubre. Ese primer beso. Las sonrisas vergonzosas. Taparme la cara por miedo a que vieras como me pongo roja. Comenzaron los pequeños detalles que marcaron la diferencia. Salir del instituto y encontrarte sin que me hubieras avisado. Presentarte en los recreos. Llamarme por las mañanas y decirme que te apetecía desayunar conmigo. Lasaña en mi casa. El primer fin de semana juntos, que ni película, ni manta, ni palomitas. Conocer a tus amigos con las peores de mis pintas. Presentarte algunas noches en plan sorpresa porque no podías ir a dormir sin un beso de buenas noches. Conocer a mi hermana. Tu primer partido. Volverme una fan incondicional, a pesar de odiar el fútbol. La servilleta firmada diciéndome las ganas que me tenías. Llevarme a Primark porque simplemente te apetecía regalarme algo que me hiciera recordarte. Tu primer cumpleaños. La incertidumbre de no saber que regalarte. La taza, los vales que nunca usaste, el llavero bola... Nuestra primera película juntos en el cine. Tu peculiar manera de pedirme salir. El primer "te quiero". El viaje a Covadonga. Pasear y que el mundo nos importase una mierda. La empanada en tu coche. Acompañarme a la biblioteca. Sacarme de mi mundo de exámenes y hacer que desconectara. Conocer a tu madre sin avisar. Llamarme antes de los partidos para que tus compañeros de equipo supieran quien era. Guiñarme un ojo desde la portería. Navidad. Visita a Benavente. Todas y cada una de las noches que compartimos. Un "no San Valentín" porque a mi no me gusta celebrarlo. Sacrificarte y ver "50 Sombras de Grey". La fiesta sorpresa de mi cumpleaños. Madrugar para ir a por mis donuts favoritos. Cada momento de sinceridad. Cada adaptación. Cada disputa. Baños relajantes. 

Y no escribo esto porque te hecho de menos, ni porque quiera volver, vamos ni de coña. Creo que las cosas pasan por algún motivo y si decidimos hacerlo tan mal y que todo acabara, fue por algo. Quizá si las cosas hubieran sido diferentes, en Septiembre hubiéramos vuelto. Todas las relaciones tienen su lado malo, pero yo prefiero recordar los buenos momentos.

Simplemente escribo esto para que la próxima vez que digas "Yo nunca tuve detalles con ella porque no soy un tío detallista", recuerdes que ir de duro no te pega.

martes, 6 de octubre de 2015

Las cosas fáciles, a veces no son buenas.

Estoy acostumbrada a que los hombres me lo pongáis todo bastante sencillo. Con ello no me estoy considerando una sex simbol ni nada por el estilo (que las palabras se tergiversan y por menos de nada me llamáis egocéntrica, engreída o vete tu a saber...). Simplemente digo que nunca me he complicado la vida con los hombres (para conseguir lo que quiero, vamos a omitir las ostias que me he dado). Cuando he querido liarme con un tío no he tenido más que esforzarme un poco, pero muy poco para mi gusto. Soy bastante impulsiva, lo cual puede propiciar que no tenga que complicarme mucho la vida. Lo peor es cuando ya tengo lo que quiero y descubro que no me llena, que no lo quiero o que, cuando estoy realmente pillada, se vuelve un cabrón inservible (ésta última muy repetidas veces, demasiadas para mi gusto).

Pero siempre tiene que existir ese alguien que rompa los esquemas, que no me ponga las cosas sencillas. Que me desquicie, que me haga esperar, que no le vea cuando y como yo quiero. Que me enseñe a tener paciencia. A conseguir las cosas poco a poco. No os estoy diciendo que esa persona valga la pena, y mucho menos que me haya enamorado (Ni de coña, vamos). Simplemente que comienzo a valorar las pequeñas cosas, esos pequeños detalles que marcan la diferencia. Esos pequeños gestos que nunca me habían hecho falta y que, a día de hoy, los tengo bastante llenos de polvo.

No se como se hace esto de "conquistar" a alguien (Tampoco quiero llamarlo conquistar, porque no es eso), no se que es quedar con un tío y no tener la sensación de que me folla con los ojos, y el hecho de no tener esa sensación, de no vivir en tensión, me reconforta. Puedo ir a su casa y traerle a la mía sin problema porque se que no va a intentar nada, que por el momento ninguno de los dos tenemos prisa (Aunque a veces me lanzaría a su cuello y a tomar por culo espera, soy muy impulsiva, ya lo se). Con esto tampoco quiero decir que sea el hombre perfecto, que ya ha tenido que descubrir mi temperamento cuando las cosas no salen como yo quiero que salgan.

Porque si, ha sido capaz de no verme en quince días, pero si de mandarme un "Buenos días" todas las mañanas durante este casi mes que llevamos conociéndonos. Descubriendo juntos que ni todos los hombres son unos cabrones, ni todas las tías unas putas mentirosas.

No me gusta ir poco a poco, estoy acostumbrada a tenerlo todo rápido y al instante. Pero no renunciaría a ninguno de los momentos a su lado. No, no somos una pareja, tampoco nos comportamos como tal. No hay obligación de quedar bien con la otra persona, porque nada nos ata el uno al otro. Pero si necesitamos ser la muleta el uno del otro, apoyarnos. Saber que, cuando nos den esos bajones inagotables, en los que pensamos que algo hemos hecho mal, que el karma no está de nuestro lado, él me va a tener a mi y yo le voy a tener a él. No, no le quiero. Si me muero por sus huesos (Y esto pasa cuando alguien te hace esperar...) porque como dice Eva... ¡¡¡VAYA BOLLO!! (Si, está más bueno que el pan, que vamos a hacerle, y también podría tener a cualquier pava con solo chasquear los dedos). Pero se que no es simplemente unos ojos bonitos y un cuerpo... Se que debajo de esas ojeras de oso panda, de esa tristeza y pesadumbre se esconde una bellisima persona. No tengo prisa por descubrirlo, tampoco tengo prisa por que nuestra relación cambie, si no cambia no me importa, porque me gusta lo que tenemos y como lo tenemos...