sábado, 29 de marzo de 2014

Microrrelato.

Su rostro fingía serenidad, alegría, incluso parecía que estaba interesada por el tema de conversación que allí se estaba tratando. Pero no. Tenía la cabeza en la luna y los ojos puestos en él...

Qué irracional, ¿no?. Ella sabía perfectamente que él no la convenía, que no tendría que pilarse por él. Que tenía que olvidarle, dejar de pensar en si lo quiere o en si no. Dejar de comerse la cabeza porque podía asegurar que él nunca se iba a agarrar a nada. No era de esos. Se le veía. No era de rosas, ni de flores en general. No era de pequeños detalles, ni de grandes. No era de sorpresas, ni de sacar sonrisas inesperadas. No era de decir "te quiero". Tan siquiera había constancia de que tuviera alguna novia. No, él era de más de una. Así todo más sencillo. Era un chulo. Si le ignoraba, él ignoraba más. ¿Cómo podía gustarle tantísimo si era un completo idiota?
Pero ahí seguía, muda, prendida en su mirada. Sabía que todo iba a ser igual, que nada iba a cambiar. Por mucho que hablaran. No existen hadas, ni príncipes, ni sueños. Todo es mentira. Y lo peor es que sin él, su vida perdía sentido. No todo, pero si gran parte.

Quería chillar. Ahí. Aunque pareciera distante y ausente. Su deseo era levantarse y sincerarse de una vez. Decirle todo lo que rondaba en su cabeza. Pero no. Las cosas estaban así mejor. Y así será, en un silencio absoluto. Será hasta final.

Sonreía. Era lo único que podía hacer mientras su cabeza vagaba libremente...

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