sábado, 29 de noviembre de 2014

Momentos.

El coche aceleraba a toda velocidad por las calles oscuras...

-¿Qué es lo que quieres?- preguntó en un susurro con Pablo Alborán de fondo.

Ella le miró de reojo, seguía siendo incapaz de mantenerle la mirada...

-No vale lo que yo quiera, esto es cosa de dos

-No escurras la respuesta. Yo se lo que quiero. Pero ¿y tú?

-Suena ridiculo pero quiero que sea serio. No espero que me pidas salir en plan ñoño, ahora si quieres adelante. A veces creo que es demasiado pronto pero otras me da la impresión que no. Me encanta la estabilidad que me trasmites y, es más, yo ya te califico de novio así que... Pero que esto no depende de mi- soltó la chica a trompicones y todo lo deprisa que pudo.

-Tengo miedo de que se acabe en Junio- sentenció él.

-Si. Pero no puedes pretender que piense en Junio, estamos a Diciembre, bueno Noviembre aún. Yo quiero quedarme aquí, no me gusta mi pueblo y no quiero volver a casa. Nose que haré después, pero pienso quedarme...

Pablo Alborán y su "Quimera" seguían sonando mientras el coche entraba en la cochera. Ella tenía ganas de chillar, ganas de llorar, porque no quería perderle. Se sentía infantil y ridicula al mismo tiempo y en partes iguales. El beso llegó y no pudo reprimir una lágrima, la cual disimuló lo más rápido que pudo.

Una vez en casa decidió que lo mejor era olvidar sus miedo y disfrutar del aqui y ahora con él. Se puso su pijama, ese que a él tanto le gustaba y que él mismo había elegido. Una vez en la cama ella lo abrazó como siempre.

-Oye, peque, ¿qué día es hoy?

-Creo que 29 ya. ¿Por?

-¿Te gusta el número?

En la oscuridad de la habitación ella le miró extrañada

-Es un puto número. Febrero no tiene 29. No le veo sentido a la pregunta. ¡Qué más dará si me gusta o no!

Él sonrió. Sabía que ella no se coscaba de nada y era el momento apropiado para decirlo

-Es que me parece el día perfecto para empezar a llamarte "Novia"

La chica se abalanzó sobre sus labios y le besó intensamente, saboreando cada segundo. Estaba feliz, pero aún así albergaba dudas.

-¿Estás seguro?

-Si. Claro. ¿Y tú?

-¿Yo? Hace tiempo que me hubiera lanzado a la piscina sin manguitos.

Durmieron juntos, abrazos. Ella encima de él. Como siempre. Se despertaron a las ocho de la mañana. En realidad él la despertó a ella.

-Buenos días, ¿como se encuentra mi novia?

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