martes, 17 de mayo de 2016

Cuando las cosas dejan de doler. Cuando la indiferencia se apodera de ti

Es muy cómodo cuando las cosas dejan de doler. Cuando el pasotismo es la cura a todos los males. Cuando ya no te quedan fuerzas ni para chillar. Es muy cómodo y sencillo. Tan sencillo como cerrar una puerta y no girar la vista atrás. Tan sencillo como dejar de tirar de una cuerda para mover una gran roca. Tan sencillo como dejarse de esforzar.
Me encuentro en ese momento. En el momento en el que no obligo a nadie a quedarse, quien vaya cagándola y separándose que no sueñe que agarre fuerte la cuerda, porque ya me quemé durante quince meses para terminar destrozada personal y físicamente.
Lo mejor es que la gente cree que así eres débil. Por no plantar cara a las cosas y dicen que el que calla otorga. Amigos míos, para volverte una persona fría tienes que dejar de lado todo aquello que sientes, aprender a controlar tus emociones y mostrarte indiferente. Eso demuestra que eres más fuerte de lo que creen. No mostrar ni un ápice de debilidad. Que crean que todo te da igual. Es mejor callar que comenzar una guerra que no tendría ni pies ni cabeza y lo único que hará será destruirte por dentro.
He aprendido a dejar de luchar, no vale la pena. Quien se quiera quedar, lo hará, quien no huirá sin remordimientos, a la espera de que no seas una "egoista" y le dejes marchar. Pero... ¿quién es el egoista en realidad? Yo no lo llamo egoismo, lo llamo amor propio.
No importa si por dentro el dolor te desgarra, llegará un momento en el que ni sientas dolor. No importa si por dentro gritas, ya no te quedarán fuerzas para alzar la voz por encima de la sociedad. No importa nada. Simplemente sonríe, respira hondo y sigue adelante. Es lo más cómodo.

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