sábado, 17 de noviembre de 2012

Comerme el mundo

A veces miro a mi hermana y me encanta su vida. Está en esa fase en la que es infantil y a la vez pre-adolescente. ¿Dónde quedó esa época de mi vida? La echo de menos. Ahora siendo mayor de edad, las responsabilidades han aumentado y los problemas también. Ya no me vale ir llorando a mamá con la frase: "Mamá, no me gusta" y que por arte de magia mi madre me saque de los problemas. No. Ahora soy yo la que se da cuenta de todo. No me callo ante las injusticias hacia los miembros de mi familia. Me llevo dando demasiados golpes y discutido con personas por bobadas. Quizá he perdido a alguien muy especial pero todo cambiará. Me choco, y me vuelvo a chocar con la misma piedra. Pero no aguanto ciertas cosas que quizá con diecisiete años y medio si me callaba.
He perdido al supuesto príncipe azul y digo supuesto porque de príncipe tenía poco. Me lamenté durante un tiempo. Si. Pero luego abrí los ojos y empecé a valorar a todas las personas que me rodean y consiguen sacarme una sonrisa. Entendí que por un chico no se pierde la vida, y que a cada cerdo le llega su San Martín. Le he perdonado (al menos eso creo) pero no he olvidado nada de lo que pasó...
Y se acabó de hablar de él que si me descuido le dedico la entrada. No se la merece.
¿Ahora? Soy feliz. Muy feliz. Nadie me pisa. Mi sonrisa siempre está presente en mi cara. Me siento orgullosa de mi misma por conseguir superar el golpe y levantar la cabeza.
Voy a comerme el mundo, reír de todo aquello que me parezca absurdo. Recuperar las ganas locas de pasarlo bien. Se que soy capaz de hacer mil cosas y de que nada ni nadie me va a cortar las alas para poder volar.

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